miércoles, 25 de septiembre de 2019

Estados Unidos invade Brasil por escasez de recursos hídricos: ¿habrá diálogo político?

El país norteamericano desarrolla una política exterior direccionada a superar la crisis de agua. La situación sólo empeora a través del tiempo.

HUGO CAMILO BELTRÁN



Desde finales del siglo XX, Estados Unidos marca una tendencia de consumo pronunciada y acelerado en un mercado capitalista abierto. Esto lo convirtió en el mayor importador de materias primas (commodities) y por ende, en el mayor emisor de sustancias contaminantes. Sin embargo, su política de mitigación del cambio climático fue limitada, lenta y en ocasiones, negacionista. 

Cómo afirma Buzan, B. (1991) “ los problemas identificables del medio ambiente (...) pueden constituir problemas de seguridad, en forma de amenazas a la seguridad nacional”. Teniendo en mente que la seguridad ambiental es un fenómeno real, la protección de los recursos naturales debió haber sido atendido por la agenda pública como un asunto de máxima relevancia. No obstante, Estados Unidos en particular ignoró los problemas de consumo y gasto desproporcionado de agua.

En este contexto, el país americano, otrora el más poderoso y rico del mundo, quedó sumido en una crisis por escasez de recursos hídricos. El impacto al sistema productivo fue más acuciante que el vivido en 1929. La escasez de alimentos, bebidas y productos de primera necesidad fue inmediata. La inflación se disparó a niveles inusitados y la Reserva Federal no tenía respaldo suficiente para responder a la crisis.

PREGUNTAS DE DISCUSIÓN
¿Cómo sería la respuesta de las organizaciones internacionales frente a las acciones militares? 
¿Cuáles serían las justificaciones políticas que le daría Estados Unidos a la opinión pública?
¿Tendría retaliaciones por parte de algún otro Estado? 
¿Cuál será el impacto real en las capacidades de poder militar de Brasil y Estados Unidos después de la crisis?
¿Qué papel tendría la OEA y demás Estados latinoamericanos frente a la invasión de su vecino?
¿Cuál es la respuesta de la opinión pública internacional?
¿Qué impacto tendrá la invasión militar en la economía política internacional?

¿Qué papel tendría la OEA y demás Estados latinoamericanos frente a la invasión de su vecino?

La historia contemporánea de América Latina se ha definido en la mayoría de los casos por la alineación de intereses hemisféricos con Estados Unidos. Sin embargo, recientemente los gobiernos locales se han separado de sus políticas y han expulsado a diferentes empresas norteamericanas de sus territorios, buscando la protección de su soberanía. Como respuesta, han sido catalogados estos regímenes como dictatoriales y contrarios a la democracia global. Conceptos tan ambiguos, como anacrónicos. El Departamento de Estado ha manifestado que las razones de su política giran en torno a proteger los recursos hídricos de dictadores. Estados Unidos está presionado, más que nunca, a recuperar su esfera de influencia en el continente, pues es fundamental para asegurar su interés nacional. El panorama es claro: somos testigos de una política de expansión de un país en estado de desesperación, presionado por las crisis internas.

Esta es la máxima expresión de los límites que poseen las capacidades militares, replanteando las concepciones tradicionales del poder. No importa la cantidad de armamentos o armas nucleares de Estados Unidos, su poder es apenas marginal en el nuevo orden mundial, pues no posee recursos básicos como el agua. La OEA se acaba de pronunciar en rechazo a los hechos acaecidos y propuso la respuesta militar inmediata para contrarrestar a EE.UU. Colombia, Perú, Venezuela y Argentina confirmaron una alianza conjunta de seguridad colectiva. Contrario a todo pronóstico, los países latinoamericanos están a la delantera en la guerra por el agua, debido a su mayor conocimiento del terreno y al entrenamiento de guerrillas.

Todas las suposiciones clásicas de política internacional han sido reconfiguradas. La cuenta de víctimas ya alcanza los cientos de civiles. En diferentes puntos de la selva amazónica, se han manifestado enormes grupos de personas para proteger sus recursos con ahínco. Sin embargo, la conquista es imparable: no hay derechos humanos ni derecho internacional humanitario que se oponga a los intereses de Estados Unidos.

REFERENCIAS
Barry Buzan, People, States and Fear, London, Pearson Longman, 1991, págs. 131-134.


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